Arte y plasticidad de la arquitectura republicana
El valor artístico y plástico en la arquitectura gestado por los inicios del ser dominicano, en la sazón de la definición de la república, no puede observarse con la óptica con que se ve lo monumental en otras culturas, sino que debe ser observada, estudiada y entendida, no sólo por sus caracteres formales o por su valor testimonial, sino más bien por su significación explícita de la memoria, como representación e imagen de la colectividad, como elemento identificatorio del ser criollo, como expresión del sentido estético de cada colectivo en su ámbito como materialidad de las relaciones con soluciones de su hábitat.
Es que su estética, su riqueza, se basa en la lectura de la hibridación, cruce y mesticismo de estilos, de lenguajes, entendidos como entrecruzamientos e intercambios de formas culturales en la mezcla y superposiciones de patrones espaciales y tendencias hipológicas, entendidas como una adaptación o acomodación determinada por el hábitat en su ámbito, al contacto y fricción con la realidad del medio ambiente, de vida y sus relaciones con los grupos sociales.
De ahí las derivaciones de los referendos universales del evocativo Victoriano, Neoclásico y Popular como simplificación de ambos. Todos estos lenguajes, esta estética y plasticidad se traducen en una expresión sincrética y superpuesta, que expresa, los movimientos y contradicciones que la dinámica que el tiempo le imprime a la definición de la cultura en la adaptación del hábitat a los diferentes modos de vidas. Además, el ámbito connota y denota valores y posturas frente al hábitat, latentes y explícitas, en cada expresión y en los patrones de formalización estética con lo que se construye y apropia el universo espacial de cada conglomerado social, como una expresión última de una territorialización de sus símbolos.
En nuestra arquitectura tradicional, la conformidad física, es olvidada a través de la relación directa con elementos simbólicos que jerarquizan el espacio, como las arcadas, transom, puertas centradas, dotándolo de categorías y apropiaciones, establecidas en función de su significación dentro de la vida comunitaria, territorial y familiar. Y es que dentro de la gerarquización e inexistencia de monumentalidad que constituyen hitos o marcas en el territorio, permite entonces una valoración estética de la espacialidad como totalidad de una serie de componentes que definen la plasticidad y el arte en el ámbito de nuestra arquitectura Republicana.
Para concluir, me permitiré citar estos párrafos de Borges en su libro Ficciones, y cito: “La geometría de Tlön comprende dos disciplinas algo distintas: la visual y la táctil. La última corresponde a la nuestra y la subordinan a la primera. La base de la geometría visual es la superficie, no el punto. Esta geometría desconoce las paralelas y declara que el hombre que se desplaza modifica las formas que lo circundan. La base de su aritmética es la noción de números indefinidos. Acentúan la importancia de los conceptos de mayor y menor, que nuestros matemáticos simbolizan por > y por <. Afirman que la operación de contar modifica las cantidades y las convierte de indefinidas en definidas.
El hecho de que varios individuos que cuentan una misma cantidad logran un resultado igual, es para los psicólogos un ejemplo de asociación de ideas o de buen ejercicio de la memoria. Ya sabemos que en Tlön el sujeto del conocimiento es uno y eterno”.
REFERENCIA: (Fuentes 21-24, Ciudad Corazón)
(blogs CEU diseño y arquitectura)
(blogs CEU diseño y arquitectura)
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