La gente a menudo me llama artista. Esto no me importa demasiado, pero me preocupa que aquéllos que sí se llaman artistas a sí mismos puedan mirar mi trabajo y sentirse un poco ofendidos de que mi trabajo se incluya en la misma categoría que sus, sin duda, mejores "obras de arte." Por otra parte, cuando la gente me llama arquitecto, hablando con propiedad, debo protestar: en el Reino Unido, no me puedo referir a mí mismo como arquitecto porque, sin tener el título, al hacerlo podría estafar a posibles clientes.
Este dilema les sucede cada vez más a aquéllos que estudiaron arquitectura, la ejercieron y ahora investigan la arquitectura. Surge porque estos investigadores profesionales están descubriendo nuevas técnicas para llevar más allá su disciplina, rigurosamente influidos por las prácticas de los nuevos medios. En los años ochenta y noventa se llevaron a cabo avanzados trabajos teóricos de arquitectura en papel, en maquetas, en galerías, en libros.
Ahora se está llevado en instalaciones interactivas, en la realidad aumentada, en las performances en red. En algunos sentidos, la gran parte del trabajo arquitectónico avanzado lo produce hoy en día personas que no son arquitectos. Los tecnólogos en los institutos de investigación están desarrollando sistemas receptivos que permitan a la gente relacionarse con sus espacios, por ejemplo, a través de paredes de proyección, dispositivos remotos y sensores "inteligentes." Los promotores de viviendas promueven desarrollos tecnológicos por diferentes razones económicas, aumentando el rendimiento o reduciendo los costes en las técnicas de construcción. Los artistas son los primeros en aplicar los nuevos modelos de interfaz y en cuestionar las distinciones entre público y artistas o diseñadores y usuarios.
Aún más así, ha sido la gente que actúa dentro de territorios constantemente fluctuantes de los nuevos medios la que ha tenido las mejores oportunidades para desafiar los límites del diseño del espacio y, por extensión, el diseño arquitectónico. Han explorado la naturaleza cambiante de las relaciones de las personas con sus medios, expresados en proyectos construidos, tangibles y viables.
Resulta útil para los arquitectos investigadores andar por la fina línea entre la "arquitectura" y el "arte." Resulta aún más útil eludir la cuestión de qué es lo que las distingue porque le permite aprovecharse de lo mejor de ambas.
Los artistas que trabajan con la tecnología están abriendo nuevos caminos creativos de investigación. Estos procesos son iterativos, combinando la práctica con la investigación, el diseño con la implementación. Sus estrategias les permiten redefinir tanto los límites de la tecnología como los límites del arte. Los arquitectos pueden aprender de los artistas de los nuevos medios a un nivel práctico en dos áreas en particular.
En primer lugar, pueden aprender la estrategia de llegar a construir un proyecto y evaluarlo con gente del mundo real. Ha sido demasiado fácil para los arquitectos especular sobre papel o en maquetas "lo que podría ser" o "lo que podría suceder." Los artistas nunca están contentos quedándose en el terreno de la "posibilidad" (excepto un tipo particular de arte conceptual; aunque incluso entonces la propuesta se convierte en obra de arte y se puede valorar tal cual). Pueden utilizar técnicas de prototipos rápidos o interfaz de baja tecnología, haciendo hincapié en producir experiencias a escala 1:1. Pueden adoptar las propuestas conceptuales de los artistas creando trabajos que son socialmente inquisitivos, que critican sus propios modos de producción y que aspiran a entablar conversaciones con otros proyectos similares; creando trabajos que, en palabras de Matthew Fuller, "no son simplemente arte" [1]. Sin embargo, ante todo pueden aprender de los artistas que llevan a cabo sus proyectos (a diferencia de simplemente proponerlos), lo que permite que los demás los aborden con el fin de criticarlos. Al hacer esto, también se permiten a sí mismos la posibilidad de autocriticarse con agudeza, porque la escala del tiempo en un proyecto "artístico" es normalmente lo suficientemente corta para que la respuesta de la forma final construida sea lo suficientemente cercana al proceso de construcción, y tenga un efecto en la propuesta original.
En segundo lugar, los arquitectos pueden aprender de los artistas de los nuevos medios formas de implementar sus ideas a través de estrategias de financiación creativas. La forma normal de producción de un arquitecto que quiere promover el concepto en particular en proyectos físicos construidos consiste en desarrollar ideas conjuntamente con el cliente. El problema en este recorrido yace en la necesidad de encontrar primero un cliente antes de desarrollar totalmente una propuesta conceptual. Mientras que no hay duda de que el desafío de comprometer los ideales con los requisitos del cliente hacen el trabajo más interesante, es muy a menudo frustrante para el arquitecto no ser capaz de promover el concepto todo lo que sea posible sin tales restricciones. Los artistas, por otro lado, normalmente desarrollan una propuesta de proyecto primero y luego salen a buscar la financiación adecuada para ésta, ya sea a través de una subvención cultural, una subvención tecnológica o un patrocinio comercial.
Hoy en día, hay muchas de estas oportunidades y, por esta razón, uno puede encontrar artistas que usan su disciplina como un medio de investigación creativo que complemente la antropología cultural.
Los artistas, en particular aquéllos que colaboran con los científicos, han sido capaces de hacer avanzar el territorio conceptual del uso del espacio de maneras que les hubieran sido imposible a los arquitectos tradicionales. A través del desarrollo de la interfaz han explorado lo que podrían denominarse las tecnologías de los "espacios blandos": sistemas que incorporan las cualidades efímeras de la arquitectura incluyendo el olor, el sonido, la luz, el calor y los campos electromagnéticos. Esta propuesta se concentra en las interacciones que forman la experiencia del espacio y proponen sistemas que afectan estas interacciones. Además, explora la psicología de la percepción espacial, que ayuda a ampliar los límites de esas percepciones.
Otro acercamiento consiste en investigar cómo la gente se comporta dentro de estos entornos. Los movimientos artísticos que desafían las dicotomías aceptadas entre público y artistas tienen paralelismos con las investigaciones del espacio que desafían las distinciones entre arquitectos e inquilinos o diseñadores y usuarios.
Estas investigaciones proponen nuevos modelos para el diseño medioambiental basados en los sistemas que reciben la participación activa de la gente que actúa dentro de esos sistemas, informados por las maneras en que la cultura proporciona marcos de referencia para la interacción social. Contemplan la noción de "usuario como diseñador" y proponen coreografías y estructuras de control que no sólo se benefician de las contribuciones de los participantes sino que en realidad necesitan de ellas.
Este papel para los arquitectos es parecido al propuesto por Steven Groák en The Idea of Building, donde desarrolla el concepto de " profesionales-investigadores:" "Lo que necesitamos ahora es un paradigma de investigación, un marco de significado y práctica que provenga de la tecnología, del proceso de hacer cosas, del concepto de "know-how". Utilizará los métodos de producción y diseño como vanguardia. Aceptarán la idea de los procesos deterministas que son impredecibles." [2]
1. Fuller, M. "A Means of Mutation", http://www.backspace.org/iod/mutation.html, 1998.
2. Groák, S., "The Idea of Technology, And its Critics", The Idea of Building, London, E & FN Spon, 1992
©2005 Usman Haque,
Haque Design + Researchwww.haque.co.uk
Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura 2005.
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